viernes, 14 de junio de 2013

Una pequeña pompa de jabón

Hoy no tengo nada que contarte, la verdad es que ahora mismo no tengo tiempo para pensar, pero acabo de escuchar una canción de Silvio Rodríguez y me ha recordado que lo simple es lo bonito, así que como no tengo nada que decirte pero sí muchas ganas de hablar lo que voy a hacer es intentar improvisar unos versos a modo de desahogo y esperar simplemente que disfrutes con ellos, sin más pretensiones.

Regalarte, como acaba de hacer Silvio Rodríaguez conmigo, una simple pompa de jabón. ¿Hay algo que sea más banal y a la vez llame tanto nuestra atención?

Un chupete que cae de la boca,
la baba y el llanto que le siguen,
la caricia que en la madre provoca,
pequeñas eternidades que se extinguen.

Un capricho, una pataleta,
una nueva lección aprendida,
con solo tres años apuntas la receta,
no todo se consigue en esta vida.

Una sonrisa, un sonrojo,
una mano que roza tu palma,
a los ocho años el primer enojo,
ya tienes alguien metido en tu alma.

Pero aún no lo vas a llamar amor, 
ya descubrirás lo que esto significa,
verás que es un dulce dolor,
la guerra que tu interior pacifica.

Sigues creciendo, la primera traición,
el primer amigo que te olvida,
con solo catorce y se baja el telón,
se descubren los que son actores en vida.

Ahora ya has dejado los juegos,
ahora ya tienes otras prioridades,
trabajo, familia, ruegos,
vientos que anuncian tempestades.

Una pequeña mano sobre tu cara,
un cuerpecito durmiendo a tu lado,
bendito el día en que disparara
Cupido en tu costado.

La primera cana, el primer achaque,
ser espectador del ciclo de la vida,
los años de respiro antes de que te den jaque,
el antes a la despedida.

Y ahora ya en tu jubilación,
convertido en un sabio en tu guarida,
te das cuenta que las pompas de jabón
no son tan distintas de la vida.