Es tarde para ponerse
propósitos de año nuevo, pero al menos ya ha dado tiempo para que
los demás hayan incumplido los suyos, y yo con un vigor renovado
empiece el mío, y así poder mirarlos por encima del hombro.
Pues bien mi propósito va a
ser aprender a controlar mis impulsos, y a vivir más tranquilo.
Gracias por leerme, un
saludo.
No, obviamente este no es el
final del blog (“Ya he visto que había más cosas escritas”),
bueno déjame que piense que te he tomado el pelo, aguafiestas que
eres un aguafiestas.
Efectivamente, soy una
persona muy nerviosa y muy impulsiva. Si me conoces y has pasado
conmigo más de una hora lo habrás sufrido, ya que mi nerviosismo se
expresa moviendo la pierna igual que si estuviese cosiendo a máquina
a cámara rápida (si no me conoces, encantado), y es un acto
involuntario, de hecho solo paro cuando alguien que tengo al lado
está harto de estar montado en el VibroPower y me llama la atención.
Y ser así no me beneficia
en nada puesto que los nervios solo sirven para hacer las cosas mal,
y equivocarnos en todas las decisiones que tomemos. Así , que
deberías pensar en por qué te pones nervioso, una vez localizado el
foco de tu nerviosismo podrás erradicarlo o al menos intentarlo, ya
que ésta es la tónica de mi vida, intentar sin conseguir (supongo
que la frase “la intención es lo que cuenta” ha hecho mella en
mí).
Yo en mi caso tengo claro
cuáles son estos factores: el café y el tabaco... no, son los
complejos, la inseguridad y el miedo al ridículo, tengo un terrible
miedo al ridículo. Hoy por ejemplo me he acordado cuando en clase me
pedían que leyese en voz alta, en cuanto me equivocaba al leer una
palabra empezaba a leer a trompicones, como sí DJ Valdi estuviera
pinchando dentro de mi cabeza.
O por ejemplo, en clase de
biología, naturales o conocimiento del medio, dependiendo de la
edad, temía que saliera una rana en alguna hoja... me llamo Gustavo,
y no hay que ser muy original para ponerme mote, ¿no?.
Y lo peor es que no consigo
quitarme estos miedos, así que es muy difícil que algo me salga
bien, porque en cuanto se empieza a torcer ya no hay quien lo
remedie, y esta es una de las razones por las que quiero dejar de ser
así.
Otra es por la gente que
tengo a mi lado, porque les hago daño o al menos hago que no estén
cómodos conmigo, puesto que otro de mis defectos son mis impulsos, y
es que puedo pasar de estar riéndome a soltar una bordería en un
segundo.
Además, lo peor es que soy
impulsivo pero solo para mal, puesto que antes de dar un paso pienso
todas las situaciones que pueden darse, y me centro sobre todo en las
malas, un amigo me dice “tú problema es que tu cabeza va a
demasiadas revoluciones y te montas quinientas películas de las
cuales después ninguna es la acertada, pero lo estás pasando mal
mientras las piensas”.
Con lo cual a la hora de
tomar decisiones soy un cobarde, y una vez tomadas me arrepiento de
haberlas tomado todos y cada uno de los días.
Pero claro, en el aspecto
negativo sí soy rápido, y es que soy capaz de mandar al garete
cualquier plan que tenga en cuanto algo me huela mal, y esto hace que
me pierda muchas cosas en mi vida.
Espero, que después de
haberte contado esto en un ataque de egocentrismo (que más que ser
algo aislado es algo casi crónico) sea capaz de poner remedio a todo
esto.
¿Y tú tienes algo que
cambiar de tu personalidad? Piénsalo y me lo cuentas.
Te dejo esta canción de
Pereza que retrata perfectamente lo último de lo que te he hablado,
y como siempre, una pequeña tortura en forma de versos:
Impulsos
Me arreglo tras
dsquebrajarme,
te alejo tras besarte,
me apago tras quemarme,
te riego tras talarte.
Feugo, fuego, ¡que arda
Troya!
Tranquilidad, después
alboroto,
paz, después guerra
nuclear,
alargo, después lo
acorto,
orden, después desordenar
Agua, agua, ¡inundad la
Atlántida!
Hago unas alas de cera,
enfrento mis miedos solo,
de cordero paso a fiera,
y yo mismo me inmolo.