Voy
a contarte algo sobre mí, me gusta que cuando dé mi opinión todo
el mundo diga que es la acertada, y por supuesto que me dejen exponer
mis argumentos, ya que son del todo razonables. En cambio, nunca
acepto la opinión de los demás, no tendría sentido, están
equivocados.
Si
esta fuese realmente mi manera de actuar, tú me podría criticar y
reñirme, ya que pido a los demás lo que yo mismo no doy. Pues bien,
de esto precisamente vamos a hablar tú y yo hoy, del doble rasero. Y
es que me parece que vivimos en una sociedad en la que conjugamos el
verbo pedir solo en la primera persona del singular, en cambio el
verbo dar lo borramos casi por completo de nuestro vocabulario (más
o menos como hacen los políticos con la voluntad del pueblo).
Pues
bien esta tendencia del “haz lo que diga no lo que haga yo” la
podemos observar en mil y un aspecto de nuestra vida, a todas las
escalas y en todos los estratos sociales, por ejemplo en las
relaciones personales.
A
todos se nos llena la boca al pedir respeto, tolerancia y compresión,
pero a la mínima de cambio pulsamos el botón rojo y nuestros
principios inquebrantables e imperecederos se funden como una vela
cerca del fuego. Y es que no somos capaces de tener empatía, de
ponernos en la piel de la otra persona. Acaso tú no has pedido que
respeten tus gustos y te has metido con lo de los demás, y como todo
psicópata tenemos siempre el mismo modus operandi; si no piensan los
mismo que nosotros, es raro, es decir, es un friki.
Piensa
una cosa, quién es más friki, el que se gasta 100€ en una figura
edición limitada de Hulk o el que se gasta 200€ en unas llantas
nuevas para su “vuga”, o acaso es más rara la pija de la clase
que se gasta 150€ en Blanco en sólo dos horas.
Bueno
supongo que la respuesta variará dependiendo de si esto lo lees tú
o lo leo yo, como diría Campoamor:
En
este mundo traidor
nada es verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
nada es verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
Por
este ejemplo, y por muchos más que tú mismo me vas a contar cuando
yo acabe de hablar (lo siento, el egocentrismo me puede), podemos ver
como siempre exigimos a los demás más de lo que nosotros podemos o
queremos dar.
Pero
veamos otro tipo de doble rasero, este está ahora muy de moda, y es
el que se da en la ley, y es que parece que la dama con el pañuelo
en los ojos hace trampas y mira por debajo del antifaz sobre quién
está actuando.
Si
yo ahora no tengo medios para pagar la hipoteca de mi casa, me la
embargan, me añaden a la lista de morosos, y aquí paz y después
gloria. O si intento protestar en la puerta de la casa de un político
por la injusticia que estoy viviendo, entonces me llaman nazi, con
una naturalidad como el que interpreta un guión; aunque claro esto
tiene sentido cuando este insulto es una simple cortina de humo, como
dijo Alberto Garzón, un hombre que al menos de boquilla hace
política de verdad (perdóname pero no me fío de nadie, y menos de
un político, pero bueno te doy margen de maniobra Alberto).
Pero
vamos a jugar al juego de los disfraces, te voy a explicar cómo se
juega: tú tienes que en primer lugar disfrazarte de un personaje
famoso, y tomar alguno de las cosas por las cueles se te recrimina, y
hacer algo peor que eso, y si lo haces bien pues ganas fantásticos
regalos; como el 1,2,3 pero sin la Ruperta.
Mira
voy a empezar yo para enseñarte cómo se juega.
Me
voy a poner una peluca blanca y una barba blanca, también voy a
coger estas gafas y un traje con corbata. Y voy a decir al pueblo
para el que trabajo que se duchen con agua fría, que así ahorraran,
además me siento orgulloso de mis consejos, es bueno para la
circulación.
¡Exacto!
soy Arias Cañete, a ver qué he ganado... ¡Alá soy ministro!, pues
a ver si eres capaz de superarlo.
Mmm...
tú también te has puesto traje, y ese maquillaje para qué es, te
acabas de poner una cara de no haber dormido tranquilo desde hace
seis meses. Pero no se me ocurre quién puedes ser, disfrázate un
poco mejor.
Espera...
ese mechón blanco... ¿y a qué te dedicas?... entonces si sólo
robas y te rascas el ombligo, aunque se me ocurren muchos personajes,
con ese mechón... ¡Eres Urdangarin! Pues has ganado... ¡un viaje a
Catar con todos los gastos pagados!
Creo
que me has vencido, ya no quiero jugar más contigo, no me gusta
perder, así que te dejo aquí, antes de que empieces a caerme mal.
Aunque te voy a dejar este poema a modo de castigo:
Desiguales
Ahora sé cómo ha pasado,
cómo he llegado a esto,
ahora comprendo mi estado,
sé cómo lo has dispuesto.
A cualquier juego ganabas,
llegabas la primera a las metas,
las apuestas nunca las pagabas,
ahora sé el rol que interpretas.
¿Qué como has logrado esto?,
¿cómo me has engañado?,
ahora ya lo he descubierto,
y aquí lo dejo plasmado.
Yo besaba por donde pisabas,
tú me ponías la zancadilla,
yo pensaba que me amabas,
tú me moldeabas como arcilla.
Yo envidiaba tu espejo,
tú quemabas mi foto,
yo vigilaba tu entrecejo,
tú ignorabas mi alboroto.
Ahora escapo de tu secuestro,
ahora te quito la corona,
yo mataba por lo nuestro,
tú morías por tu persona.
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